¿Para qué hacer terapia?

¿Para qué hacer terapia?

Pausemos… Vivimos en una época donde el avance del desarrollo tecnológico ha colocado a la inmediatez como la unidad que impera en la medida de los tiempos. Lo cotidiano se ha vuelto vertiginoso. El vértigo desestabiliza, nos hace perder la orientación y a veces conduce al pánico.

La velocidad por un lado nos aporta practicidad, y por otro nos impide permanecer en un lugar; comprime el tiempo y el espacio, dimensiones necesarias para ser y estar.

Además, el individualismo, el materialismo y el consumismo empujan hacia el “tener”, como modo ilusorio de lograr consistencia y reconocimiento en nuestra sociedad; otorgándole a este, el lugar de ideal a perseguir, sostenido por mandatos sociales, que terminan muchas veces objetivando a las mismas personas, reduciéndolas en su condición de Ser a meros objetos de consumo; volviéndonos consumidores consumidos.

La predominancia de las imágenes por sobre la palabra y el encuentro real con los otros, es otro de los fenómenos actuales que contribuyen a la inconsistencia y desborde que caracteriza a la época. 

Por otra parte, a la vez que genera el malestar, la época también ofrece una variedad de productos a modo de soluciones para aliviarlo. Soluciones rápidas, estandarizadas para todos, automáticas, silenciadoras, uniformadas, normalizadoras, modeladoras, que pretenden responder ahí donde todavía no se planteó ninguna pregunta. Respuestas que no contemplan ni dan lugar a la singularidad de cada uno, omitiendo la condición de seres únicos e irrepetibles que tenemos como humanos. Respuestas que no alojan a la particularidad de nuestro Ser, distinto de los otros por personalidad, historia, cultura, genética, creencias, modos de satisfacción, valores, etc. Estas seudo soluciones redoblan aún más el aplanamiento de la expresión del padecimiento de cada uno y su superación. 

Esta conjunción de factores da por resultado que la necesidad de darse un lugar para afrontar y transitar humanamente la existencia y sus avatares, encuentra cada vez menos espacios para que la subjetividad pueda desplegarse, lo cual, agrega privación llegando a percibirse a veces bajo sentimientos de despersonalización y ajenidad.  

La afección psíquica se manifiesta mediante una gran variedad de síntomas como la violencia, las conductas adictivas, los consumos problemáticos, la impulsividad, la hiperactividad, el stress, la depresión, las dependencias emocionales, ataques de pánico, fobias, obsesiones, enfermedades psicosomáticas, angustia, alienación al trabajo, insatisfacción permanente, aislamiento, ansiedad, etc.

El espacio de la psicoterapia es vital para abordar la salud mental del Ser. Ofrece un lugar donde se puede instalar una pausa, una escucha que aloje el malestar de cada uno en forma de un: Que me pasa?  Un lugar donde poder encontrarse consigo mismo y sus repeticiones. Donde poder reconocerse y atravesarse hacia la aceptación y la superación. Un lugar donde afrontar la aventura de conducir el propio destino.

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